La IA: del “eso no es para mí” al “¿cómo vivía sin esto?”

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

La IA: del “eso no es para mí” al “¿cómo vivía sin esto?”

Viernes 19 de diciembre de 2025

La Inteligencia Artificial dejó de ser tema de élites tecnológicas y se volvió herramienta cotidiana en México. En 2026, quien aprenda a usarla con criterio ganará tiempo, claridad y ventaja… especialmente en medios.

Si usted todavía piensa que la Inteligencia Artificial es cosa de “ingenieros con lentes” o de científicos encerrados en un laboratorio, le tengo noticias: la IA ya se salió del laboratorio, se metió a la casa, se trepó al celular… y en México está agarrando un ritmo de popularización que, a estas alturas, ya no se parece a una moda: se parece a un cambio de época.

Porque la IA no llegó como llegan algunas tecnologías, con ceremonia y corte de listón. Llegó como llega el internet cuando se vuelve indispensable: silenciosa, rápida y cada vez más “normal”. Hoy la usan —o la están empezando a usar— personas de todas las actividades, edades y niveles de conocimiento. Y eso, para un país tan creativo como el nuestro, es gasolina.

Piense en una ama de casa que abre el refrigerador y encuentra tres cosas tristes: huevo, tortillas y un jitomate medio resignado. En lugar de improvisar a ciegas, le pregunta a una IA: “¿Qué receta puedo hacer con esto, rápida, rendidora y que no sepa a castigo?” Y en segundos obtiene opciones, cantidades, variantes, hasta tips para mejorar el sabor sin gastar un peso extra.

Ahora piense en una familia que quiere viajar: no sólo “a dónde”, sino cómo hacerlo con las mejores condiciones de costo, hospedaje, eventos, lugares a visitar, reservaciones, traslados y hasta itinerarios realistas (de esos que sí se pueden cumplir sin andar corriendo como si el paseo fuera maratón). Antes eso tomaba horas de búsquedas, pestañas abiertas, comparaciones y discusiones. Hoy puede armarse en minutos y con escenarios distintos: “con presupuesto limitado”, “con niños”, “con adultos mayores”, “con opción de cancelación”, “con el mejor balance entre descanso y tour”. La IA no viaja por usted, pero le quita la fricción a planear.

Y sí: también piense en un científico o investigador que necesita ordenar datos, explorar bibliografía, estructurar hipótesis o preparar un proyecto. La IA no sustituye el método ni la inteligencia humana (faltaba más), pero acelera tareas repetitivas: resumir, comparar, clasificar, proponer líneas de análisis, detectar vacíos, generar preguntas. En pocas palabras: reduce el tiempo perdido y aumenta el tiempo útil.

Lo mismo ocurre en comercios, oficinas, escuelas, despachos, hospitales, talleres, cocinas, consultorías. La IA se volvió un asistente versátil: escribe borradores, sugiere mejoras, traduce, resume, organiza, propone, revisa, convierte ideas en planes. Y cuando uno aprende a pedirle bien las cosas —con claridad, con contexto, con objetivos— la herramienta se vuelve sorprendentemente práctica.

Ahora, si esto ya es importante para todos, para quienes estamos en los medios de comunicación es, francamente, un parteaguas.

En periodismo, el tiempo es oro. Y la atención del público, diamante. La IA puede ayudarnos a ahorrar tiempo en obtención de datos (y en su organización), a corregir y editar textos con más precisión, a ajustar tonos, a construir estructuras más claras, a generar versiones para redes sociales y a crear contenidos más atractivos que mejoren la aceptación y la difusión. No reemplaza el oficio: lo potencia.

Se lo digo con experiencia personal: yo empecé a utilizarla hacia mediados de este año y hoy me ayuda muchísimo. No me “piensa” la columna, pero sí me quita tareas mecánicas; me ayuda a pulir; me sugiere enfoques; me ordena ideas; me avisa cuando algo suena enredado; y me empuja a comunicar mejor. Con una condición: hay que usarla con criterio, con ética y con sentido común. La IA es una herramienta. El periodista sigue siendo responsable de lo que publica.

Por eso mi exhorto, especialmente para colegas periodistas, es simple: anímense a incursionar. No se trata de volverse programadores ni de hablar en idioma robot. Se trata de aprender lo básico para aprovechar lo enorme. Y si alguien cree que “ya es tarde”, al contrario: apenas se está poniendo bueno. El 2026 pinta como el año en que la IA dejará de ser novedad y se convertirá en hábito.

Y para que no haya pretextos: en Hermosillo, la Asociación de Ingenieros de Minas Metalurgistas y Geólogos de México ha venido ofreciendo cursos básicos gratuitos para periodistas, que se imparten algunos sábados por la mañana. Es una puerta de entrada ideal: sin miedo, sin rollo, sin pagar, y con enfoque práctico.

La última y nos vamos

Esta será la última columna de 2025. Empieza el período vacacional de invierno y quiero darles un merecido descanso a mis pacientes lectores y aprovechar para hacer lo propio. Espero regresar, primero Dios, el próximo lunes 5 del mes de enero que ya está a la vuelta de la esquina.

Me despido con un comercial: sintonicen a las 6:10 AM, “La Caliente” 90.7 FM., el colega y amigo José Ángel Partida me abre un espacio en su noticiero en el que comentaremos con más detalle esta columna. ¡No se lo pierdan!

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima

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