Columna Archivo Confidencial
Armando Vásquez Alegría
Virgen de Guadalupe: une y divide
Viernes 12 de diciembre de 2025
HIDALGO TOMÓ LA imagen de la Virgen de Guadalupe como su bandera de Guerra. El virrey Francisco Xavier Venegas nombró a la Virgen de los Remedios como “generala” de las tropas leales a la Corona, oponiendo una devoción “blanca” a la “morena” insurgente.
En el siglo XIX, Maximiliano de Habsburgo promovió su imagen en monedas y sellos oficiales. En esa época algunos intelectuales y clérigos (el historiador Joaquín García Icazbalceta y el canónigo José Luis Mascaríñas de Andrade) publicaron textos cuestionando la historicidad de las apariciones de 1531, argumentando falta de evidencia documental.
El obispo Manuel Sánchez Camacho propuso una Iglesia nacional independiente, usando paradójicamente a la Guadalupana como símbolo, pero negando sus orígenes milagrosos. Estos “antiaparicionistas” eran un grupo reducido de eruditos católicos racionalistas, no un movimiento organizado.
Durante la Revolución Mexicana, Zapata la adoptó como emblema agrarista pintándola en banderas que exigían “Tierra y Libertad”. Francisco Villa la utilizó ocasionalmente, Venustiano Carranza la utilizó de manera indirecta, con Francisco I. Madero la guadalupana ganó protagonismo común en el imaginario popular revolucionario, como protectora de los pobres.
Durante el gobierno de Álvaro Obregón, se atentó con una bomba contra la tilma en la Basílica el 14 de noviembre de 1921, atribuido a grupos gubernamentales para suprimir el culto público que junto con leyes anticatólicas dio inicio a la Guerra Cristera (1926-1929).
El PRI con Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos la invocaron en discursos para sellar pactos con la Iglesia, post-Reforma. Los panistas Fox en su día de toma de posesión visitó la Basílica y levantó un estandarte guadalupano; rompió el tabú de no asociarse públicamente y Calderón no se quedó atrás, en un evento señaló su esposa: “todos los mexicanos somos guadalupanos”.
AMLO le hizo un guiño a la piel cobriza de la virgen al fundar Morena y utilizar su imagen (“el símbolo que más une a México”,) que le flanqueaba en mítines y spots electorales. La respeta por lo que representa, pero no es guadalupano, sino seguidor de Jesús como “mesías prometido”. Incluso no la menciona en su libro “Grandeza”.
Claudia Sheinbaum, el 5 mayo de 2022 durante una visita a Peñón de los Baños en la alcaldía Venustiano Carranza (CDMX), para conmemorar el 160 aniversario de la Batalla de Puebla, la alcaldesa local Evelyn Parra le regaló una falda china-poblana roja bordada con la imagen de la Guadalupana. La única vez que la ha usado y por lo cual recibió duras críticas que la persiguieron hasta su campaña por la presidencia.
El pasado 15 de noviembre durante una marcha convocada por la “Generación Z” y el “Movimiento del Sombrero” en la ciudad de Puebla, los cientos de manifestantes exigían la renuncia del gobernador Alejandro Armenta y además de las consignas “¡Fuera, Morena!”, salieron a relucir banderas de México y estandartes de la Virgen de Guadalupe.
Hay encuestas ((INEGI, Parametría, ENCREER, UNAM, COP-UVM, RIFREM y Latinobarómetro, entre otras) que inciden un fervor guadalupano en más menos un 80 por ciento de los mexicanos con picos en el centro del país (en su mayoría católicos) y que cuentan con un altar casero.
Establecen que casi un 70% le reza pidiendo por su cobijo, son más fervientes las mujeres 92% vs 88% hombres y en el área rural su fe es aplastante (97%) sobre todo en mayores de 55 años, el 85% de jóvenes entre 18-24 años pone énfasis en lo cultural y lo externa en redes sociales eso sí, el 92% asocia a la Virgen con “unidad nacional”.
Se esperan para esta peregrinación (del 8 al 13) alrededor de 13.5 millones de peregrinos. Del EdoMex, se calculan entre 4-5 millones de fieles, CDMX (3.5 – 5 m) Puebla (1-2 m), Querétaro (1-1.5 m), Hidalgo (1m), Michoacán (cerca de 1 m), Jalisco (entre 500 y 700 k), y otro número considerable de Oaxaca, Guerrero y Chiapas, pero en fidelidad la cifra sobrepasa los 100 millones de mexicanos.
Por eso no es de extrañar que el Directorio Eclesiástico Nacional de 2009-2010, arrojó datos de entonces de la existencia de cuatro mil iglesias marianas, de las cuales, la mitad (entre templos y capillas) se dediquen específicamente a la Guadalupana. Hoy deben ser más por simple lógica.
Proclamada por Pío X en 1910 como Patrona de toda América Latina hay países donde sus devotos sufren de represión al ser invocada como protectora. En diciembre 2022, el cardenal Leopoldo Brenes y el obispo Rolando Álvarez (entonces preso, ahora exiliado de Nicaragua) llamaron a rezar mil Ave Marías ante su imagen por sacerdotes y laicos detenidos, citando sus palabras a Juan Diego: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.
En 2024, el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, lideró un rosario ante la Guadalupana en EU por Nicaragua, Cuba y Venezuela, condenando la “persecución de la Iglesia” y encarcelamiento de sacerdotes acusados de “terroristas”. En esos países no es fácil ser Guadalupano.
Pero México es el epicentro de su devoción y el régimen morenista le respeta. Es imposible para un mexicano no defenderla ante una agresión, por eso los de la 4T prefieren no meterse de ninguna forma con la morenita del Tepeyac pues saben que llevarían las de perder y despertarían, entonces sí, a un tigre mexicano que prefieren que siga domesticado con programas sociales.
Hay una simbiosis natural e indisoluble entre México y la Guadalupana: desde su aparición se convirtió en el puente mestizo que unió lo indígena y lo español, lo divino y lo humano, la fe y la nación.
No es casualidad que su imagen haya sido invocada tanto por insurgentes como por virreyes, por revolucionarios como por emperadores, por priístas, panistas como por morenistas. Ella no pertenece a ningún bando político; es el alma misma del México profundo, un espejo donde cada época proyecta sus anhelos y sus contradicciones.
Por eso, mientras millones peregrinan cada diciembre hacia su Basílica, la Morenita sigue reinando no como trofeo de poder, sino como recordatorio de que, en este país, lo sagrado y lo nacional son inseparables.
EN FIN, por hoy es todo, el lunes le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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