La H ya no espera: un gobierno que cumple

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

La H ya no espera: un gobierno que cumple

Lunes 22 de septiembre de 2025

En cuatro años, Hermosillo pasó de la bancarrota y el endeudamiento a ser referente en obra pública, seguridad y servicios básicos, gracias a una gestión que apostó por disciplina financiera, innovación y cercanía con la gente.

Cuando Antonio “Toño” Astiazarán llegó a la presidencia municipal de Hermosillo en 2021, heredó una hacienda en bancarrota y una ciudad que cargaba con la amarga distinción de ser una de las más endeudadas del país. El panorama financiero era desolador y, como si fuera poco, las participaciones federales no fluyeron como deberían, pues tras el Censo de Población 2020, el municipio fue castigado con menores transferencias de las que le correspondían. Aun así, contra viento y marea, en cuatro años de gestión se ha logrado un viraje que pocos hubieran imaginado: Hermosillo no solo sobrevive, se transforma.

Uno de los emblemas de este cambio es la construcción del distribuidor vial en el entronque de los bulevares Solidaridad y Encinas. No se trata de cualquier obra: es la primera infraestructura de tal envergadura financiada al 100 por ciento con recursos propios del ayuntamiento. En otras ciudades, estas inversiones dependen de la federación o del estado; en Hermosillo, la administración municipal se atrevió a romper inercias y demostrar que con disciplina financiera se pueden emprender proyectos estratégicos de movilidad.

Pero el cambio no se limita al concreto ni al asfalto. Una ciudad viva es aquella que fomenta el encuentro entre vecinos, el deporte y la cultura. En este sentido, la rehabilitación de parques, jardines y unidades deportivas ha sido uno de los sellos de la administración. Hoy, donde antes había baldíos y lotes abandonados, florecen espacios para correr, jugar béisbol o futbol, o simplemente convivir en familia. La agenda cultural y de esparcimiento ha crecido hasta niveles inéditos: Fiestas del Pitic, Kino Fest, Dogo Fest, Taco Fest, Festival del Globo. Todos ellos, más allá de su carácter festivo, generan cohesión social, impulsan la economía local y proyectan a Hermosillo como un polo atractivo para visitantes.

La seguridad pública, piedra angular de cualquier ciudad con aspiraciones de desarrollo, no se quedó rezagada. Con una inversión histórica de 500 millones de pesos exclusivamente de origen municipal, Hermosillo cambió su rostro en esta materia. El cementerio de patrullas de gasolina dio paso a la flotilla eléctrica más grande de Latinoamérica, cargada con energía solar. El tiempo de respuesta a emergencias bajó de 40 a 10 minutos, y se trabaja para reducirlo a 5. A esto se suma la instalación de arcos carreteros, cámaras de videovigilancia, drones, chalecos balísticos, uniformes y nuevos centros de respuesta inmediata en colonias estratégicas. No son palabras huecas: las cifras del INEGI confirman que la capital sonorense ostenta hoy la menor tasa de prevalencia delictiva y la más alta confianza en su policía desde que se tienen registros.

Otro frente crítico ha sido el agua potable y el saneamiento. En un contexto de sequía permanente y presas prácticamente vacías, la administración invirtió en la perforación de nuevos pozos, la instalación de sistemas de telemetría para medir en tiempo real el ciclo del agua y la construcción de la primera planta tratadora en el sur de la ciudad, destinada a reutilizar el recurso en la industria y liberar agua potable para consumo humano. Estas medidas no son promesas: son políticas públicas con visión de largo plazo en un territorio desértico donde cada gota cuenta.

En materia de obra pública, los números hablan solos: más de mil cien millones de pesos invertidos solo este año, el 95 por ciento con recursos municipales, lo que convierte a Hermosillo en el municipio que más invierte en infraestructura en todo el noroeste del país. La estrategia es clara: hacer más con menos, sin endeudarse, generando confianza y mostrando resultados tangibles.

El modelo de gestión de Toño Astiazarán no se limita a la administración eficiente; también apuesta por la innovación. Hermosillo es ya referente nacional en electromovilidad y energía solar. Desde patrullas y camiones eléctricos hasta paneles solares en hogares y espacios públicos, la ciudad capital se perfila como ejemplo de sustentabilidad. Esta visión se complementa con programas de participación ciudadana como CRECES, que involucran directamente a los vecinos en la decisión de las obras prioritarias para sus colonias.

Todo esto se traduce en una ciudad más habitable, más segura y con mayor dinamismo económico. La capital sonorense dejó de ser “la ciudad del sol” para convertirse en la “Ciudad Solar”, reconocida internacionalmente por su apuesta en energías limpias y su compromiso con el medio ambiente. Lo que hace cuatro años parecía un discurso esperanzador, hoy se palpa en calles, parques, vialidades y hogares.

Por todo esto y mucho más, Toño Astiazarán es considerado uno de los mejores alcaldes del país. Su nombre, sin duda, aparecerá en las boletas de 2027 como aspirante a gobernador, y no sería arriesgado anticipar que lo hará con muy altas probabilidades de triunfo.

Pésele a quien le pese, hoy por hoy, Toño Astiazarán es el político sonorense más completo, más fuerte y con las mejores credenciales como servidor público.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

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