Un paquete económico con pies en la tierra

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

Un paquete económico con pies en la tierra

Lunes 15 de septiembre de 2025

Cada sexenio comienza con dudas sobre el rumbo económico: ¿continuidad, ruptura o simple improvisación? La entrega del Paquete Económico 2026 por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum despejó, al menos en parte, esas preguntas. Su primera propuesta formal al Congreso no es un salto al vacío ni un catálogo de ocurrencias, sino un documento que busca dos cosas esenciales: fortalecer el mercado interno y enviar un mensaje de responsabilidad fiscal.

Ese doble eje —crecer hacia adentro y cuidar las cuentas públicas— es una apuesta pragmática en tiempos de incertidumbre global. Porque si algo nos ha enseñado la volatilidad de los mercados, las tensiones comerciales con Estados Unidos y las turbulencias políticas en Europa, es que México no puede depender solo del viento externo para avanzar. El país necesita un motor propio.

Apostar por lo interno

El Paquete 2026 refleja esa intención. El consumo interno, los programas sociales y la inversión pública se convierten en palancas de crecimiento. El gobierno apuesta por proyectos de infraestructura que, además de generar empleo inmediato, multiplican la demanda de insumos nacionales. Se trata de mantener viva la maquinaria del mercado interno, que representa más del 60% del PIB.

Este énfasis no es menor. En el pasado, demasiadas veces México puso todas sus fichas en la exportación, confiando en que el dinamismo de Estados Unidos bastaría para arrastrarnos. Hoy, con un vecino cada vez más proteccionista y con el T-MEC a revisión en 2026, esa estrategia sería suicida. La presidenta parece haber entendido que, sin un mercado interno sólido, la vulnerabilidad externa se vuelve insoportable.

Prudencia fiscal

Al mismo tiempo, el plan económico proyecta un déficit menor al heredado en 2025. No hablamos de una disciplina férrea al estilo de los viejos tecnócratas, pero sí de un esfuerzo por enviar señales claras: no habrá derroche, ni aventuras populistas que pongan en jaque las finanzas.

La Secretaría de Hacienda busca mantener la deuda bajo control y dar  certidumbre a inversionistas y calificadoras. Ese lenguaje de estabilidad es indispensable para evitar sobresaltos en el tipo de cambio o en el costo del financiamiento público. La economía mexicana no puede darse el lujo de volver a los tiempos de déficits insostenibles que desembocaban en crisis sexenales.

Los retos pendientes

Claro está, los riesgos no desaparecen con un decreto. El éxito del Paquete 2026 dependerá de su ejecución. ¿Podrá el SAT mejorar la recaudación sin ahogar a la clase media? ¿Serán capaces las aduanas de modernizarse para evitar contrabando y evasión? ¿Logrará el gobierno controlar el gasto corriente y dirigir los recursos hacia inversión productiva?

El papel lo aguanta todo, pero la realidad exige disciplina. Y ahí está la gran prueba: pasar del plan a los resultados.

Estabilidad con rumbo

En resumen, el Paquete Económico 2026 es una apuesta de estabilidad con rumbo. No promete milagros, pero tampoco arriesga la casa en proyectos inviables. Se asienta en la idea de que México crecerá más si fortalece su mercado interno, al tiempo que cuida la confianza de inversionistas y organismos internacionales.

El reto será que esta estrategia se traduzca en beneficios palpables: empleos formales, poder adquisitivo, vivienda digna, empresas que puedan invertir sin miedo a la volatilidad. Porque de nada sirve la prudencia fiscal si la población no la percibe en su vida cotidiana.

Con este primer paquete, Sheinbaum marca distancia de la tentación del aplauso fácil y se coloca en la ruta de la responsabilidad. La pregunta es si tendrá la capacidad política y administrativa para sostener esa línea durante todo su gobierno.

De momento, lo cierto es que México recibió un mensaje de certidumbre. Y en tiempos donde la desconfianza suele ser el peor enemigo de la economía, eso ya es un primer triunfo.

Claridad de rumbo

Además, hay que subrayar algo: la presidenta tiene una idea clara de hacia dónde quiere llevar al país. El Paquete Económico no es un esfuerzo aislado, sino parte de una estrategia más amplia. Paralelamente, el gobierno ya inició un viraje en la política comercial: la aplicación de aranceles a las naciones con las que México no tiene acuerdos de libre comercio. Se trata de proteger sectores estratégicos y, al mismo tiempo, mandar la señal de que la soberanía económica no será moneda de cambio. Paquete económico y política comercial caminan juntos: prudencia hacia dentro y firmeza hacia fuera.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima

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