Geopolítica del narco: Trump mata

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Columna Archivo Confidencial

Armando Vásquez Alegría

Geopolítica del narco: Trump mata

Jueves 4 de septiembre de 2025

LA CONFERENCIA DE PRENSA protagonizada por Marco Rubio, secretario de Estado de EU y Juan Ramón de la Fuente, canciller mexicano, fue un ejercicio de diplomacia cuidadosamente coreografiado, pero con un trasfondo de tensiones, presiones y mensajes no dichos que merecen ser diseccionados con lupa.

Bajo la fachada de una “cooperación histórica” entre México y EU, los temas críticos —narcotráfico, tráfico de armas, migración y soberanía— revelaron un juego de poder donde las palabras esconden tanto como muestran.

En ese evento, entre aplausos y declaraciones pulidas, se jugó una partida de ajedrez geopolítico con México en el tablero. La retórica de la cooperación: ¿triunfo o presión?

Rubio no escatimó en elogios: calificó la relación con México como un hito sin precedentes, con resultados tangibles como la entrega de 55 criminales a EU, ensalzó una reducción del 93% en encuentros migratorios y un 50% en incautaciones de fentanilo. De la Fuente, con su tono mesurado, respaldó el discurso, enfatizando la soberanía y la “cooperación sin subordinación”.

Pero detrás de esta narrativa de éxito hay un mensaje claro, México está bajo la lupa de la administración Trump, y los resultados son la moneda de cambio para evitar medidas más drásticas, como aranceles o acciones unilaterales.

El subtexto es innegable. Rubio, con su sonrisa diplomática, está diciendo que México debe seguir entregando números para mantener a raya al Tío Sam. La omisión del arancel del 25% sobre el fentanilo, mencionado, pero no resuelto, es una espada de Damocles que pende sobre la relación bilateral.

México, bajo la batuta de Sheinbaum, sabe que cualquier traspié podría desencadenar sanciones económicas o, peor aún, intervenciones como la del Caribe del martes donde EU pulverizó con un misil una embarcación ligada al Tren de Aragua junto con 11 “narcoterroristas” sin pedir permiso a nadie. Fue el tema más candente de la conferencia.

Rubio, con tono beligerante, justificó la acción como una “guerra” contra los cárteles, declarando que “los días de impunidad han terminado”. Su frase de que los narcos asumen un “2% de pérdida” como costo de negocio fue un dardo directo: interceptar drogas no basta, hay que “hacerlos estallar”.

Pero, ¿y las víctimas? Rubio esquivó preguntas sobre si se advirtió a los ocupantes o si eran una amenaza inmediata, remitiendo una posible respuesta al Pentágono. El silencio aquí grita que EU está dispuesto a usar fuerza letal, y México debe decidir si se alinea o se aparta.

De la Fuente, por su parte, se parapetó en los principios constitucionales mexicanos —artículo 89: no intervención, respeto al derecho internacional— para no respaldar ni criticar el ataque. Este mutis es revelador pues indica que México no quiere quedar atrapado en la cruzada de Trump contra Venezuela, cuyo gobierno, acusado por Rubio de estar ligado al Cártel de los Soles, es un aliado histórico en ciertos círculos mexicanos.

La neutralidad de De la Fuente fue un malabarismo diplomático para no alienar a EU ni a la izquierda latinoamericana. Pero el mensaje no dicho es claro: México teme que la agresividad de Trump escale a territorios más cercanos, y no quiere ser el próximo en la lista.

En relación al tema de las armas que es un boomerang que EU no quiere ver, Rubio admitió que muchas armas en manos de los cárteles provienen de su país y prometió que el FBI y la ATF rastrearán las redes de tráfico con información mexicana.

Ojo, pero exhortó a que México envíe información sobre armas incautadas en suelo mexicano a los narcos para darle seguimiento en su tierra. Es una posición que destila cierto reproche velado, ¿acaso México no ha sido lo suficientemente diligente?

Durante la conferencia se omitió mencionar a la DEA, una agencia con un historial tóxico en México tras escándalos como “Rápido y Furioso” o el caso Cienfuegos, no es casualidad. Rubio y De la Fuente saben que mencionar a la DEA habría encendido alarmas en México, donde se la ve como un símbolo de intervencionismo.

Su no mención es como un guiño para señalar que se respetará la soberanía mexicana, pero también una admisión tácita de que la confianza bilateral sigue siendo frágil. El mensaje no dicho es que EU quiere que México haga más en la incautación de armas, mientras desvía la atención de su propia incapacidad para frenar el flujo de fusiles de asalto desde Texas o Arizona.

Rubio, al pedir información, traslada parte de la responsabilidad a México, como si el problema fuera compartido por igual. Pero México sabe que el origen del arsenal está al norte, y la falta de medidas concretas de EU para controlar su mercado de armas es un punto ciego que en la conferencia se evitó tocar.

También se trató el tema sobre la creación de un grupo de implementación de alto nivel, anunciado como el eje de la cooperación, no se mencionaron nombres de integrantes, pero todas las miradas apuntan a Omar García Harfuch, el secretario de Seguridad que, por cierto, su presencia constante en Washington (pues incluso se ha reunido con Rubio) y su rol como arquitecto de la estrategia de seguridad de Sheinbaum lo convierten en el líder implícito del lado mexicano.

Y es tácito el espaldarazo al elogiar Rubio los resultados de México. Es un punto que le dolerá al Peje que no lo puede ver ni en pintura.

De la Fuente por su parte repitió hasta el cansancio que la cooperación es “sin subordinación”, un mantra que busca tranquilizar a una audiencia mexicana recelosa de la influencia estadounidense. Pero la retórica de Rubio, con su tono de “guerra” y su advertencia de que más barcos podrían “estallar”, revela una asimetría de poder.

México está cooperando, sí, pero bajo la presión de un vecino que no duda en flexionar sus músculos. El grupo de alto nivel es un intento de institucionalizar esta relación, pero también una forma de mantener a México atado a los objetivos de Trump sin admitir abiertamente la dependencia.

Así pues, aun y cuando la conferencia fue un escaparate de logros, los silencios hablaron más alto que las palabras. México camina en la cuerda floja: debe entregar resultados para evitar represalias económicas o militares, pero sin ceder su soberanía.

Trump, juega a ser el sheriff del hemisferio, dispuesto a usar fuerza letal, a matar, y a presionar a sus aliados. En esta danza, México debe decidir si sigue el ritmo de Washington o marca su propio compás, mientras los cárteles y las armas siguen cruzando fronteras.

Por cierto, la versión estenográfica de la conferencia la puede encontrar en este link: https://n9.cl/rriun

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en  Organizaciones…   

 Correo electrónico: archivoconfidencial@hotmail.com

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