El informe que no quisieron ver

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

El informe que no quisieron ver

Miércoles 3 de septiembre de 2025

El lunes pasado, Claudia Sheinbaum Pardo presentó su primer informe de gobierno ante la Cámara de Diputados. Fue un acto institución.al, sobrio y bien estructurado, pero la mayor parte de la comentocracia nacional decidió ignorar su contenido para centrarse en la escenografía. El informe no fue visto como un ejercicio de rendición de cuentas, sino como una escenificación del poder. La narrativa dominante no fue la de los datos, sino la del reproche.

La mayoría de los opinadores profesionales del país solo vio materia para el descrédito, pasando por alto —o francamente ignorando— la amplia gama de acciones positivas que ha emprendido la presidenta en el brevísimo lapso que lleva en funciones.

Ni una sola línea para destacar que, a pesar del entorno económico global adverso —con Estados Unidos estancado y muchas economías en recesión—, México tuvo en el primer semestre del año un crecimiento que nadie se atrevió a pronosticar en enero, cuando incluso se hablaba de una caída del PIB. Tampoco repararon en que la inflación está bajando en México mientras en Estados Unidos va al alza. Y ni hablar de la violencia: mes tras mes, el número de homicidios dolosos sigue cayendo con vigor.

Nada de eso pareció merecer una mención en la mayor parte de las columnas. En cambio, lo que dominó fueron interpretaciones catastrofistas sobre una supuesta “demostración de fuerza” o una “escenificación del poder concentrado”. Para algunos, el evento fue sobrio y eficaz; para otros, fue una obra coreografiada para consolidar la narrativa de continuidad de la 4T, pero sin espacio para la autocrítica ni para voces disidentes. Claudia Sheinbaum fue descrita como una líder pragmática y de largo plazo (Zepeda Patterson), una presidenta sin oficio político e intolerante a la crítica (Zuckermann), y como heredera del presidencialismo autoritario (Loret de Mola, García Soto).

Lo que no dijeron es que esa “demostración de fuerza” fue también una demostración de gobernabilidad: un gabinete alineado, una mayoría legislativa que da estabilidad, y un mensaje claro de hacia dónde se dirige el país. Que no haya espacio para la crítica abierta en un evento institucional no significa que no se escuche, sino que el informe no es el espacio para el debate, sino para la rendición de cuentas. Ahí están los datos; quien quiera contradecirlos, que los rebata con cifras, no con adjetivos.

La comentocracia económica tampoco se quedó atrás. Aunque algunos columnistas como Marco A. Mares y José Yuste reconocieron ciertos avances, prácticamente todos pusieron el acento en los rezagos en crecimiento, inversión privada y empleo formal. La presidenta hizo un llamado reiterado al empresariado para integrarse al “Plan México”, pero la respuesta de los analistas fue tibia, cuando no escéptica. La inseguridad, la incertidumbre regulatoria, los pactos de poder en las aduanas y las reformas judiciales ocuparon el centro del debate.

Enrique Quintana enfocó su atención en las aduanas como epicentro de la próxima reforma fiscal, advirtiendo que cerrar las puertas a la evasión será clave para la credibilidad del Estado. David Páramo destacó el nombramiento de Ángel Cabrera al frente de la CNBV como una jugada técnica y oportuna frente al riesgo del lavado de dinero. Es decir, hubo matices, pero la narrativa dominante insistió en ver grietas donde hay cimientos.

Y sin embargo, Sheinbaum no hizo más que lo que un presidente debe hacer en su primer informe: comunicar los avances, mostrar dirección y pedir acompañamiento. ¿Autocrática? ¿Fingida? ¿Controladora? Quizá. Pero también firme, coherente y con una narrativa estructurada.

Hay quienes no le perdonan a Claudia Sheinbaum que, a diferencia de sus antecesores, no llegue a pedir permiso. Ni a los poderes fácticos, ni a los opinadores de siempre. Por eso, para ellos, el informe no fue suficiente. Porque en realidad, no era lo que querían ver.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

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