Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
Durazo aplaude, el pueblo se achicharra (Parte II)
Lunes 25 de agosto de 2025
Mientras Infonavit impone un modelo de vivienda vertical inadaptado al clima, la cultura y las necesidades de Hermosillo, el gobernador Alfonso Durazo guarda silencio… o peor aún, aplaude. Con muros que no aíslan, espacios que no alcanzan y estacionamientos que prometen conflictos, este proyecto parece más una trampa social que una solución habitacional.
El pasado lunes, los dirigentes de la CTM -Javier Villarreal Gámez, a nivel estatal, y Óscar Ortiz Arvayo, en Hermosillo- nos acompañaron en la reunión semanal del grupo de periodistas que integramos la mesa de análisis Kiosco Mayor.
Durante el encuentro, expusieron el cúmulo de inconvenientes detectados en los desarrollos habitacionales que el Infonavit está impulsando en Hermosillo. Según relató el líder municipal, ya presentaron sus inconformidades ante la dirigencia nacional del instituto, pero se toparon con la cerrazón de funcionarios de alto nivel que, tozudamente, se niegan a modificar un proyecto que claramente no responde a las necesidades locales.
Ante esa negativa, recurrieron al gobernador Alfonso Durazo, solicitándole que intercediera para elevar sus quejas al Infonavit. No obtuvieron mejor suerte. El mandatario estatal no solo ha ignorado los señalamientos del sector obrero, sino que ha demostrado una aceptación tácita —y en los hechos, entusiasta— del proyecto, como quedó de manifiesto durante el reciente arranque de obras, donde fue pródigo en elogios a la iniciativa.
Al respecto, Óscar Ortiz comentó:
“Hemos buscado en distintas instancias, tanto con el Infonavit como con el gobierno federal, pero pareciera que no hay oídos que escuchen. Da la impresión de que el modelo ya viene decidido desde arriba… y no se va a cambiar.”
El dirigente obrero no dudó en comparar el proyecto habitacional de Hermosillo con las favelas de Brasil, al considerar que no responde a la cultura local ni a la realidad climática de la ciudad. Expresó su preocupación por el riesgo de hacinamiento, la falta de una auténtica cultura de condominio, y la posible inadecuación de las estructuras de concreto ante las altas temperaturas que azotan cada verano. Además, planteó serias dudas sobre si los cimientos están técnicamente preparados para soportar módulos habitacionales de hasta cuatro niveles.
¡Bravo! Aplausos de pie para el Infonavit y su flamante apuesta por la “vivienda social” en Hermosillo. Porque no cualquiera se atreve -con tanta seriedad- a encerrar a 16 familias en apenas 500 metros cuadrados y presumirlo como progreso. Eso no es un proyecto habitacional: es una versión tropical de “El juego del calamar”, pero sin premios ni salidas de emergencia.
¿Muros de concreto que no aíslan del calor? ¡Innovación climática! Porque, claro, nada dice “hogar” como vivir dentro de una licuadora de cemento a 50 grados centígrados, con el ventilador haciendo lo que puede y el aire acondicionado convertido en un lujo aspiracional. Total, sudar une a la gente, ¿no?
Y hablando de unidad: ¿muros delgados y compartidos? ¡Excelente! Así, cada vecino podrá disfrutar en alta fidelidad del llanto del recién nacido de al lado, las discusiones conyugales del 3B o los gustos musicales del joven rebelde del 2C. Intimidad ya no será una opción, pero ¿quién la necesita cuando puedes tener una comunidad tan vibrante?
Pero esperen, que aún hay más: ¡cuatro niveles sin elevador! Sí, 50 peldaños diarios para llegar a casa, perfectos para la abuela con bastón, la mamá con bebé en brazos o el joven con mochila, laptop y el mandado. Y todo eso por escaleras de metro y medio de ancho, donde el cruce entre vecinos será una danza diaria entre empujones, sudor y buenos deseos. Una maravilla arquitectónica.
¿Y los cajones de estacionamiento? ¡Obra maestra del conflicto urbano! Ocho lugares para 16 familias -en el mejor de los casos- o apenas cuatro si de plano se pusieron austeros. Porque, aceptémoslo, no hay nada que fortalezca la convivencia como una buena pelea por el estacionamiento. Y si se te ocurre recibir visita, prepárate: bloquearás algún lugar ajeno y desatarás la guerra vecinal. El Apocalipsis en versión SUV.
Este proyecto no sólo desafía la lógica urbanística, sino también la paciencia ciudadana. Un monumento al despropósito, respaldado con entusiasmo por autoridades que no vivirán ahí, pero que sí cortarán listón. Porque, como todos sabemos, la verdadera pobreza no está en los metros cuadrados… sino en las ideas.
Lo que está ocurriendo en Hermosillo no es un error: es una decisión deliberada disfrazada de política social. Aplaudir el hacinamiento, ignorar el calor extremo y provocar conflictos vecinales desde el diseño, no es desarrollo: es abandono con etiqueta oficial.
Nadie cuestiona el derecho a la vivienda. Pero esto no es vivienda digna, es almacenamiento humano. Y lo peor: viene impuesto desde la comodidad del escritorio centralista, sin escuchar a quienes conocen la realidad local.
Celebrar este modelo como un logro es una burla. Ya veremos si en unos años estos módulos lucen como comunidades o como cápsulas de frustración. Lo que es seguro: nadie podrá decir que no se les advirtió.
Y si alguien todavía espera que el gobernador Durazo interceda para corregir el rumbo del proyecto… vale más que se siente.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima