“La pobreza baja, aunque a algunos les duela”

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

“La pobreza baja, aunque a algunos les duela”

Viernes 15 de agosto de 2025

Cuando los datos golpean la narrativa, la respuesta es disparar contra la fuente. El INEGI reporta una baja histórica en la pobreza y algunos ya buscan dónde poner el asterisco.

Ayer, las redes sociales amplificaron la videocolumna de un conocido periodista sonorense, quien puso bajo la lupa el más reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En él, el organismo revela que, entre 2018 y 2024, la población en situación de pobreza multidimensional en México se redujo de 51.9 a 38.5 millones de personas. La cifra, fría pero contundente, se traduce en que 13.4 millones de mexicanos dejaron de vivir en la pobreza. Un dato que, según cómo se mire, puede ser motivo de celebración… o de escepticismo.

En su intervención, el autor de la videocolumna siembra la duda con una frase que no deja lugar a interpretaciones: “A esas cifras, en lo personal, les pondría un asterisco: no es que sean increíbles o falsas, es que son del INEGI. Eso significa que es el mismo gobierno federal quien está generando esa narrativa que se vuelve campaña de propaganda.” Una observación que cobra fuerza si se recuerda que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) —órgano autónomo y reconocido por su rigor— fue recientemente desaparecido, dejando en entredicho la imparcialidad de las mediciones oficiales.

La descalificación del INEGI frente al Coneval, sin embargo, es falsa y carece de sustento. El INEGI opera bajo una Junta de Gobierno colegiada y con autonomía constitucional, lo que le otorga independencia técnica y metodológica frente a los vaivenes políticos. El Coneval, aunque también contaba con autonomía, tenía una estructura distinta: su dirección recaía en un comité que combinaba funcionarios gubernamentales con expertos académicos. Dos modelos distintos, pero ambos con marcos legales diseñados para garantizar la imparcialidad de sus mediciones.

Aún más, existen publicaciones de organismos internacionales y mediciones previas que respaldan las cifras divulgadas por el INEGI. El Banco Mundial, en un informe de 2024, validó que 9.5 millones de personas salieron de la pobreza en México, atribuyendo el avance a mejoras en el mercado laboral y a la expansión de los programas sociales. Incluso el propio Coneval, en su medición de pobreza multidimensional publicada en 2023, reportó que entre 2018 y 2022 un total de 5.1 millones de mexicanos dejaron esa condición. Datos que, aunque con metodologías distintas, apuntan en la misma dirección.

Más allá de la disputa política y de la eterna sospecha sobre la pureza de las cifras, lo cierto es que reducir el número de personas en pobreza no es un simple dato estadístico: es un cambio real en vidas concretas. Para quienes dejaron atrás esa condición, significa algo tan elemental como poder comer mejor, acceder a servicios básicos, vestir con dignidad o tener un margen de ahorro, aunque sea mínimo. Para quienes apenas mejoraron un escalón en su calidad de vida, es un respiro que puede marcar la diferencia entre la esperanza y el desaliento.

El impacto social trasciende al individuo. En materia de seguridad pública, menos personas atrapadas en la pobreza extrema implica menos ciudadanos con la tentación —o la necesidad desesperada— de delinquir para llevar un mendrugo de pan a su hogar. En la economía, el efecto es inmediato: 13.4 millones de personas con mayor capacidad de compra se convierten en un motor que alimenta el consumo interno, fortalece el comercio y estimula sectores productivos. Es una derrama silenciosa pero poderosa que multiplica su efecto en cada transacción.

También está el plano simbólico. Durante décadas, México cargó con el estigma de ser un país donde más de la mitad de su población vivía en pobreza, a pesar de su vasto territorio, su diversidad productiva y sus enormes riquezas naturales. Romper esa barrera —aunque sea parcialmente— es una señal hacia dentro y hacia fuera de que el rezago puede combatirse y que las cifras de la vergüenza no son inmutables.

Las cifras pueden discutirse, las metodologías pueden analizarse y las interpretaciones siempre estarán teñidas por ideologías. Pero negar el significado humano, social, económico y simbólico de que millones salgan de la pobreza es cerrarse a reconocer un avance que, aunque imperfecto, merece ser registrado y defendido.

Me despido con un comercial: sintonicen a las 6:10 AM, “La Caliente” 90.7 FM., el colega y amigo José Ángel Partida me abre un espacio en su noticiero en el que comentaremos con más detalle esta columna. ¡No se lo pierdan!

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

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