Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
Diagnóstico reservado: urge cirugía política
Miércoles 13 de agosto de 2025
La política mexicana vive una epidemia silenciosa: funcionarios y gobernadores cuya permanencia en el cargo es más dañina que un virus mutante. En otros tiempos, se les despachaba con el elegante “renuncia por motivos de salud”; hoy, la frase sigue vigente, pero por razones médicamente comprobadas: jaquecas presidenciales, infecciones en la credibilidad, metástasis de corrupción y contagios de impunidad. El tratamiento es conocido y no requiere consulta internacional: una alta médica sin derecho a reincorporación.
En tiempos de la monarquía priísta, la “renuncia por motivos de salud” era una forma elegante de poner de patitas en la calle a cualquier alto funcionario que osara incomodar al Tlatoani. Hoy, el método ha caído en desuso… pero las razones para desempolvarlo abundan como mosquitos en charco de verano.
Porque la verdad, hay ciertos “pacientes” en la nómina nacional cuya permanencia no solo es un riesgo para la gobernanza: es un atentado contra el sistema nervioso colectivo. Así que, con bata blanca y estetoscopio imaginario, hagamos el pase de visita.
Ricardo Monreal: un político que parece practicar el origami ideológico, doblando y desdoblando su lealtad según sople el viento. El resultado: mareos y vértigo en la presidenta, que bastante tiene con sus propias turbulencias. Alta recomendada por la salud de Palacio Nacional.
Adán Augusto López: siempre a medio camino entre el operador político y el fantasma en campaña permanente. Sus movimientos confunden más que la letra de un medicamento genérico. Retirarlo sería un favor para todos, empezando por la presidenta y terminando por el partido.
Andy López Beltrán: el heredero sin corona, que opera entre bambalinas con la delicadeza de un elefante en cristalería. Su “presencia invisible” genera más ruido que soluciones, y ya provoca jaquecas de exportación.
Gobernadores de Sinaloa y Michoacán: aquí el diagnóstico se pone delicado. Sus ligas sospechosas con ciertos actores de la economía subterránea no solo contaminan la política local, sino que alimentan el discurso de sheriff justiciero de Donald Trump, siempre listo para sacar la pistola arancelaria y la amenaza de intervención.
Otros ejemplares del zoológico político —que sobran— deberían también considerar la terapia de la distancia. No es que el retiro les vaya a devolver la buena reputación (ese mal es terminal), pero al menos evitarían seguir empeorando el cuadro clínico del país.
Porque no se trata solo de la salud de Claudia Sheinbaum, que necesita menos conspiraciones y más gobernabilidad. Tampoco es únicamente la salud de México, que no aguanta más a políticos coqueteando con el narco mientras fingen patriotismo. Es, sobre todo, la salud de Morena, un partido que nació para cambiar la historia y que corre el riesgo de convertirse en otro museo de vicios políticos si no se sacude a tiempo.
Y claro, está también la salud de ellos mismos: en esta era donde cada celular es un micrófono abierto y cada ciudadano es un corresponsal, sus excesos se exhiben antes de que terminen el brindis oficial. Seguir así es pedirle a la opinión pública que les escriba el epitafio… en vivo y en directo.
Cierre: La cirugía es urgente. No hace falta bisturí, solo la receta de siempre: “Renuncia por motivos de salud”. Esta vez, el diagnóstico es real, el tratamiento es claro y el beneficio, incuestionable. Aplíquese de inmediato, sin anestesia y con alta definitiva. Porque cuando el organismo está enfermo, no se le dan vitaminas: se extirpa el tumor. Y en política, como en medicina, hay padecimientos que, si no se tratan a tiempo, terminan matando al paciente… y aquí, el paciente se llama México.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima