La huelga loca de la CNTE

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

La huelga loca de la CNTE

Lunes 2 de junio de 2025

Una “huelga loca” es un paro laboral que ocurre de facto, sin cumplir los procesos legales ni contar con el respaldo formal que caracteriza a una huelga tradicional. Se busca generar un impacto rápido y directo en la empresa o en la sociedad, y eso es exactamente lo que está haciendo la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en la CDMX y en varias otras ciudades del país.

La semana pasada estuve en la CDMX y fui testigo del desastre en que han convertido el Zócalo y las calles aledañas: calles tomadas, comercios paralizados, caos vehicular y una sensación general de impunidad. También los vi en Valladolid, Yucatán, aunque allí su presencia no ha causado estragos tan severos.

Personalmente, siempre he estado en contra de cualquier manifestación o protesta que, más allá de expresar inconformidades, vulnera los derechos de la  sociedad, obstruyendo vías, afectando la movilidad, el trabajo, la educación e incluso la atención médica de millones de personas. Reconozco, respeto y apoyo el derecho a la protesta y a la libre manifestación, pero no comparto acciones como estas que terminan castigando a quienes no tienen culpa.

Se estima que las pérdidas económicas provocadas por estos bloqueos ascienden a más de 15 mil millones de pesos. Esto representa no solo un golpe para las finanzas públicas y para los comerciantes, sino también un daño al tejido social y al derecho al trabajo. Y, por si fuera poco, la demanda de los maestros para jubilarse a los 55 años es francamente irracional y representa una carga insostenible para la sociedad en su conjunto. Aunque se dice que la huelga terminará pronto, el daño ya está hecho, el ejemplo queda, y es probable que en el futuro cercano veamos a otras organizaciones, colectivos, e incluso a pequeños grupos de inconformes utilizando tácticas similares para obtener concesiones.

Recientemente, el profesor e investigador Marco Fernández se pronunció sobre las protestas y bloqueos encabezados por la CNTE. Según Fernández, estas acciones reflejan más una estrategia política que educativa, y señaló que “ningún gobierno ha podido frenar a la CNTE”. Esta perspectiva revela que el movimiento magisterial ha adoptado una dinámica de confrontación que va mucho más allá de los intereses educativos.

Fernández analiza las consecuencias sistémicas de esta estrategia, destacando que cada manifestación transmite un mensaje problemático: no es en el aula donde se obtienen recursos, sino en las calles y con actos de presión. Así, se perpetúa un sistema donde se recompensa la presión y el chantaje, más que el mérito o la calidad educativa.

Muchos críticos coinciden en que la CNTE opera principalmente como un aparato de presión política. Sus métodos —marchas, plantones, bloqueos, paros— no buscan mejorar de fondo la educación, sino obtener beneficios materiales y concesiones gubernamentales. Se le acusa de recurrir a tácticas de chantaje y de priorizar los intereses gremiales o de liderazgo sobre el verdadero interés educativo de los alumnos.

El impacto negativo es evidente: los estudiantes pierden días de clase, se interrumpe su proceso educativo, y se profundiza el rezago escolar en las comunidades más vulnerables. Estas huelgas no solo afectan a los alumnos, sino también a sus familias y a las comunidades que dependen de un sistema educativo funcional.

Por otro lado, la CNTE ha sido señalada por resistirse a procesos de evaluación docente y a reformas educativas, lo que algunos interpretan como una defensa de privilegios y prácticas de control que benefician a unos cuantos. Esta actitud revela una negativa a transformar de fondo el sistema educativo, y limita las oportunidades de mejora para millones de niños y jóvenes en México.

Twitter: @fjespriella

Correo: felicianoespriella@gmail.com

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