Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
PAN 2.0, la nueva Carabina de Ambrosio
Lunes 20 de octubre de 2025
El tan cacareado “Relanzamiento del PAN”, realizado el sábado, me trajo a la mente dos recuerdos.
El primero: aquella pomposa presentación del “Nuevo PRI” que encabezó Enrique Peña Nieto en 2012. Según eso, venía una generación limpia, moderna, libre de los viejos vicios tricolores. Los nombres que dieron la cara en ese entonces hoy figuran en el Salón de la Vergüenza Nacional: César Duarte, Javier Duarte, Roberto Borge, Rodrigo Medina, Roberto Sandoval, Andrés Granier y Fausto Vallejo. El “Nuevo PRI”, que debía ser un PRI 2.0, terminó siendo un PRI 8.6, versión recargada, con más descaro, más cinismo y más brazaletes judiciales.
El segundo recuerdo es más doméstico: el de un bebedor empedernido corrido de su casa que regresa a los diez días prometiendo que ahora sí es un “nuevo hombre”. Tres días después, desaparece otra vez y al amanecer vuelve tambaleando. Antes de que su esposa le diga una palabra, él se adelanta: “¿Qué crees, querida? Al nuevo hombre también le gusta la bebida”.
Así exactamente luce el “nuevo PAN”.
Porque eso de “relanzamiento” suena a broma de mal gusto. Pretenden convencernos de que el mismo grupo de siempre —los que lo hundieron, lo fracturaron y lo vaciaron de sentido moral— ahora será capaz de refundarlo. Y uno no sabe si reír o aplaudirles el cinismo. ¿Cómo pueden presentarse como un partido renovado si siguen obedeciendo a los mismos de siempre? ¿Cómo convencer al electorado de que son algo nuevo cuando, por ejemplo, en Sonora, todavía respira políticamente el fantasma del ex gobernador Guillermo Padrés, símbolo viviente de la corrupción y la simulación? Ese mismo personaje sigue moviendo piezas, influenciando candidaturas y opinando sobre estrategias, como si no fuera uno de los responsables de la ruina moral y electoral del PAN sonorense.
La cereza del pastel: anuncian que “rompen” con el PRI. Qué audacia. Después de conducirlo hasta el abismo en una alianza disfuncional que jamás convenció a nadie, ahora le dan una patada en el trasero… cuando el PRI ya está clínicamente muerto. Es la típica historia del amigo que abandona el barco cuando ya se hundió, no porque recobre dignidad, sino porque no quiere mojarse los zapatos.
Dicen que ahora sí buscarán “recuperar su identidad”. Pero lo hacen después de haberla empeñado, rematado y subarrendado. Suena más a intento desesperado por sobrevivir que a un genuino propósito de redención.
Y por si el esperpento no fuera suficiente, han decidido adoptar los métodos de Morena: consultas ciudadanas y encuestas. ¡Justo aquello que llevaban años ridiculizando! De ser enemigos de la “simulación morenista”, pasaron a ser sus mejores imitadores. Una parodia sin autor, una tragicomedia sin libreto. Ya imagino las asambleas: “¿Están de acuerdo en que sigamos perdiendo elecciones? Levanten la mano”.
El nuevo logotipo merece mención aparte. Uno no sabe si se trata de un ejercicio de ironía involuntaria o de plano un diseñador los estafó. Esa mezcla de círculo azul lavado con tipografía reciclada parece más el logo de un detergente genérico que de un partido político. Si ese es el símbolo de su “renovación”, habrá que prepararse para ver próximamente la campaña “PAN: limpia tu pasado… aunque no salga”.
En el fondo, lo que el PAN intenta no es reinventarse, sino maquillarse. Un poco de botox partidista para seguir pareciendo vivo. Pero las urnas no se engañan: la ciudadanía ya no compra discursos reciclados ni milagros exprés.
Su “relanzamiento” no cambiará su destino, solo lo hará más ridículo.
En mi opinión, este “nuevo PAN” solo tiene un beneficiario: Movimiento Ciudadano. Porque mientras los azules se entretienen en terapias de grupo, los naranjas avanzan, se modernizan y ocupan el espacio que el PAN abandonó. Los panistas están tan ocupados intentando parecer nuevos, que no se dieron cuenta de que ya hay quien les comió el mandado.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.