Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
¿Podrá la oposición retener a Hermosillo?
Lunes 29 de septiembre de 2025
En la política sonorense parece haberse instalado ya un consenso: la carrera por la gubernatura está prácticamente definida. Todo apunta a que el candidato de la oposición será Toño Astiazarán, mientras que por el oficialismo la definición dependerá del tema de género, con dos nombres en el centro de la conversación: Lorenia Valles o Javier Lamarque. Esa gran disputa, sin embargo, no es la que hoy concentra las apuestas y los análisis. El interés real, la batalla que en estos momentos captura la atención de partidos, opinadores y electores, es la que se librará por la presidencia municipal de Hermosillo.
Y no es para menos. La capital sonorense es la “joya de la corona” de la política estatal: concentra la tercera parte del padrón electoral, simboliza gobernabilidad y constituye la plataforma natural para futuras aspiraciones. En Hermosillo no solo se ganan elecciones; se construyen liderazgos y se proyectan carreras.
Lo que parece inevitable, sin importar el nombre que finalmente encabece la boleta por Morena, es que la fuerza de la 4T se presenta hoy como el factor determinante. Los números de las encuestas, la solidez de su base electoral y la preferencia del voto duro hacen pensar que la elección se inclina desde ahora hacia el oficialismo. Sin embargo, en política nunca se debe dar nada por hecho. El perfil del candidato importa, y mucho: una figura con carisma, arraigo o buen historial político puede marcar la diferencia, sea para ampliar la ventaja o para abrir una rendija por donde la oposición intente colarse.
El contraste con la oposición es evidente. Como diría Rubén Figueroa, aquel viejo cacique priista de los setenta: “La caballada está flaca”. La cantera de cuadros competitivos es limitada y, en muchos casos, desgastada. El único nombre que parece tener un capital político medianamente suficiente para contender con dignidad es Alejandro López Caballero, exalcalde que todavía conserva una red de simpatizantes en Hermosillo. Pero, también arrastra un problema serio: un amplio sector de ciudadanos que no quiere volver a verlo en el poder, sumado al rechazo creciente que despierta el PRI, un partido que se ha convertido en lastre más que en aliado.
Y es ahí donde aparece el dilema estratégico para la oposición: ¿irse juntos o separados? La historia reciente muestra que si PAN y PRI compiten divididos, la derrota está asegurada. El voto se fragmenta, Morena capitaliza y la contienda deja de ser competitiva. Se ha ventilado la posibilidad de que Acción Nacional busque desmarcarse del priismo moribundo y tejer un entendimiento con Movimiento Ciudadano. Sobre el papel, sería una alianza interesante: uniría la estructura territorial panista con la narrativa fresca de MC, que ha sabido seducir a sectores urbanos y jóvenes desencantados con los partidos tradicionales.
El problema es que la dirigencia estatal de MC, encabezada por Natalia Rivera Grijalva, ha sido tajante: una y otra vez, en cada foro donde se le pregunta, repite que no habrá alianza con el PAN. Su apuesta es crecer como opción propia, aún a costa de perder la oportunidad histórica de ser factor en una elección donde la oposición se juega no solo la alcaldía, sino la viabilidad de competir en el futuro.
El riesgo de ese cálculo es enorme. Si MC decide ir solo, será testimonial; si el PAN se aferra al PRI, será suicida. Y si ambos insisten en competir bajo esas condiciones, no solo Hermosillo se dará por perdido: la narrativa de que la oposición “no da una” se reforzará y el 2027 se adelantará como otro sexenio de dominio morenista en Sonora.
Mientras tanto, en las filas de la 4T la lista de aspirantes crece. Además de Lorenia Valles o Lamarque en la disputa mayor, figuran nombres como Norberto Barraza, Heriberto Aguilar, Wendy Briceño, Célida López, David Figueroa, Omar del Valle Colosio y la “chica maravilla” del sexenio: Paulina Ocaña, todos con un nivel de reconocimiento suficiente para competir con fuerza en la capital. A diferencia de la oposición, la caballada morenista está robusta. La pregunta no es si tienen con quién, sino a quién escoger para garantizar que la ola guinda no se diluya en pleitos internos.
En este escenario, lo más probable es que Morena y sus aliados recuperen Hermosillo con amplitud. La maquinaria territorial, el efecto arrastre de la gubernatura y la narrativa de continuidad juegan a su favor. Pero también es cierto que en política las certezas suelen desmoronarse en cuestión de semanas. Un error de cálculo, un candidato mal posicionado o un reacomodo inesperado de fuerzas opositoras podrían alterar el guion que hoy parece escrito.
La moneda está en el aire: ¿Podrá Morena recuperar la “joya de la corona”? Parece muy probable; pero…, como dice un dicho: “Del plato a la boca, a veces se cae la sopa”.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.